Primero debemos entender que es normal ocasionalmente comer algo sin tener hambre: un chocolatito, unas papitas o un helado cuando queremos distraernos, hacer algo diferente ya que vivimos y compartimos en comunidad (aun así en tiempos de pandemia) y en casi todas las reuniones o festejos hay comida “tentadora” que también queremos disfrutar.
Esto es algo muy normal ya que la comida es parte de nuestra cultura y del compartir con otro, ya sea en reuniones, cumpleaños, celebraciones, etc.
¿Cuál sería el problema entonces?
El problema aparece cuando el comer se transforma siempre en nuestro principal mecanismo para buscar regulación interna, o sea para calmarnos, reconfortarnos o llenar un vacío. Cuando al estar inquietos, o aburridos, o estresados, o tristes nuestro primer impulso es acudir a la comida.
Por en este proceso de manejarla es importante identificar el hambre emocional del hambre fisiológica o celular, y comenzar a identificar los sentimientos que te emergen en este estado. Sólo así podremos ir aprendiendo integrarla y canalizarla para que no se vuelva algo crónico.
Veamos las diferencias:
Hambre fisiológica
Hambre emocional
¿Qué hacemos ahora?
Ahora, no nos quedemos sólo en la teoría; la única manera de hacer y aplicar esta diferencia es que constantemente te estés preguntando cómo te sientes, empieces a observarte, a conocerte. Para lograr eso es indispensable conectarte contigo, respirar profundo y entrar en sintonía con tus necesidades tanto físicas como emocionales.
Pregúntate ¿Cómo estoy? Y comienza a poner atención a las sensaciones y emociones que experimentas frecuentemente y tus síntomas físicos a ver si hay alguno que ya esté manifestándose.
No se trata de otro, o de cosas y situaciones externas…se trata de ti, de darte la oportunidad de quedarte contigo, acompañándote, conteniéndote y regalándote momentos para ser tú, para volver a ti, el cambio viene de adentro
El autoconocimiento implica también ir desarrollando esta consciencia de lo que mi cuerpo físico me está tratando de decir mediante este síntoma que es el hambre emocional ya que esta es un aviso de que hay algo que no estamos resolviendo, de que no estamos siendo coherentes entre lo que pensamos, sentimos y hacemos.
¿Qué no quieres ver? ¿Hacia dónde no quieres ir? ¿Qué no quieres escuchar? ¿Qué situación aún no puedes digerir?
Dentro de ti hay un lugar seguro, que está esperando que lo encuentres. Tu verdadera seguridad reside dentro de ti, y la encuentras explorando tus emociones. Estás a tiempo de conectar con las aguas que se mueven dentro de ti y cambiar tu relación con la comida y con todo aquello que permites que te toque… y te nutra.
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Un abrazo!
Jo Lezaeta.